Al desconocer que iba a encontrarme con
Jacqueline Bisset en El amante doble, de François Ozon, tuve una alegría
mayor que la que hubiese tenido de haberlo sabido. De repente apareció con sus
bellos ojos azules y yo me dije “¡guau!”. Tardé en enterarme de que es una
actriz británica. Al llamarse Jacqueline y tenerla asociada a La noche
americana, de Truffaut, siempre pensé que había nacido en suelo francés. En
cierto modo es así, pues su madre era del país galo. Su dueto con Candice
Bergen en Ricas y famosas, de George Cukor, es absolutamente
inolvidable. De la mano del expertísimo director de mujeres, levantan entre las
dos una película portentosa, puro y gozoso cine. Pero el primer plano que viene
a mi memoria siempre que pienso en ella es el de la mentada película de
Truffaut, aquel close-up que la muestra felina e increíblemente hermosa. Ella
aparece tras la claqueta, y yo reproduzco en mi cabeza su golpe y digo:
“¡acción!” Todos los seres humanos somos nuestros ojos pero unos lo son más que
otros. Es el caso de Jacqueline Bisset.
martes, 30 de enero de 2018
domingo, 28 de enero de 2018
Robot y ángel
Me gustaría ser robot y ángel a un tiempo,
materia absolutamente programable y espíritu absolutamente programador.
viernes, 26 de enero de 2018
miércoles, 24 de enero de 2018
Victoria Abril
Lo que le había ocurrido a Victoria Abril el día
que apareció en la alfombra roja de Cannes en bragas, cubierta de cintura para
arriba, eso sí, es que, cuando se estaba poniendo el vestido en el hotel, se
encontró con que no le habían enviado la parte de abajo del mismo. “¿Y qué hago
yo ahora? No tengo una cortina a mano que me vaya a juego y desde luego tengo
que estar en la alfombra sí o sí porque de lo contrario no me vuelven a
contratar en la vida. Veamos, a ver cómo me veo ante el espejo. Bueno, la
braguita es muy mona, tirando a pantaloncito, mis piernas están en su punto, y
ya todo el mundo sabe que yo, de cuando en vez, me monto un numerito para
llamar la atención, así que, hala, allá que me voy”. Y allá que se fue la tía.
lunes, 22 de enero de 2018
Gary Oldman
Gary Oldman es uno de los míos. Me cayó bien desde el principio. El Drácula que interpretó para Coppola es terrorífico y genial. Por su forma de encarnar a los personajes, creo que se inscribe en la estela del Actors Studio y sus Brando, Newman y demás. El George Smiley, de la novela de John le Carré, al que dio vida en la película El topo, es una de las mejores interpretaciones que he visto en toda mi vida. Parsimonioso, frío, ejecutor, da su golpe maestro y vence al final a todos en un acto de suprema inteligencia. En varios momentos de la película lo vemos nadando en una piscina. En ella se relaja. La escena es poderosa porque comprobamos hasta qué punto es dueño de sí mismo. Casi sentimos cómo ordena su pensamiento, cómo avanza hacia la solución final. Parece un reptil que avanza cauteloso hacia su víctima. Y todo esto viene a cuenta del Globo de Oro que ganó hace unos días por su interpretación de Winston Churchill, en la película Darkest Hour. Cuando habló, tras recoger el premio, estaba emocionado. El último agradecimiento fue para el premier británico. Él también lo es, concretamente de Londres. Ganará el Óscar, claro.
sábado, 20 de enero de 2018
Je ne suis pas un autre
Al tener autoconciencia puedo hablar conmigo
mismo, pareciendo que me desdoblo. Pero
sólo lo parece pues no soy dos sino uno. Al contrario que Rimbaud, je ne suis
pas un autre.
jueves, 18 de enero de 2018
Pobres diablos
Los cristianos somos unos pobres diablos que
hacemos lo que podemos y a veces ni eso.
martes, 16 de enero de 2018
El manifiesto
Como no hay ningún avance en la historia que,
afectado por la ley del péndulo, no lleve las cosas al extremo, en el caso de
las denuncias por abuso sexual que, por fin y con toda justicia, se están
llevando a cabo principalmente en Estados Unidos, eso significará que se vea
abuso donde no lo hay y que se denuncie lo que no es denunciable. En este
sentido, el manifiesto que han firmado 100 mujeres francesas, entre ellas
Catherine Deneuve, y que ha publicado Le Monde, en el que critican los
posibles excesos que se puedan cometer bajo la presión añadida de un feminismo
y un puritanismo exacerbados, es necesario en la medida que intenta traer el
péndulo a su posición correcta, que es en el medio de la balanza. Otra cosa es
que, en sus términos, haya acertado a decir lo que exactamente había que decir.
domingo, 14 de enero de 2018
Pensar, lo que se dice pensar
Pensar, lo que se dice pensar, lo hace uno pocas
veces, si tal acción ha de ser “clara y distinta”, que diría Descartes. ¿Cuándo
está uno en condiciones de que sea efectivamente así? Cuando estás solo,
retirado en tu habitación, concentrado. En mi caso esto ocurre cuando escribo,
lo cual significa que únicamente cuando escribo pienso. Lo otro queda en el
extrarradio del verdadero pensar.
viernes, 12 de enero de 2018
Como Rosetta
Ayer, desde que me levanté hasta que marché para
el trabajo, me comporté como un soldado, o mejor, como Rosetta, la protagonista
de la película homónima de los hermanos Dardenne. No permití que ni angustillas
ni desesperacioncillas me distrajesen de mi carrera matinal. Hacerlo
significaba caer en sus redes y de ningún modo quería que tal cosa ocurriese.
viernes, 1 de diciembre de 2017
Manto de plata
Del “manto de plata”, para referirse a las
heladas mañaneras que por fin han llegado, ya está uno un poco harto, pero
tampoco es fácil encontrar una expresión que la sustituya con el mismo efecto.
¿Manto de tiza, de harina, de azúcar, de cal, de leche, de algodón? Como que
no. Habrá que seguir tirando de la plata, reinventándola.
miércoles, 29 de noviembre de 2017
Identidad
Oigo la palabra “identidad” y me sale espuma por
la boca, tanto la del epiléptico (pierdo el conocimiento y entro en
convulsiones) como la del perro rabioso (mordería, ay, de la rabia que me
entra…). Pero me reconvengo y me digo: “Pero si la rabia, y la pérdida de
conocimiento, y las convulsiones son cosa de ellos, los identitarios”. Y
entonces va y me calmo.
jueves, 23 de noviembre de 2017
Apocopando
Decimos “muchas” en vez de “muchas gracias”,
“buen finde” en vez de “buen fin de semana”: ¿es la tendencia habitual a
apocopar el lenguaje o es que ahora tenemos menos tiempo, vivimos más deprisa y
hasta fuelle nos falta para decir la frase entera? ¿Apocopamos también la
realidad, la acortamos, la hacemos más breve y por ello menos intensa? ¿Es hoy,
y más que nunca, el hombre la versión corta de sí mismo?
viernes, 17 de noviembre de 2017
Deborah Kara Unger
Qué alegría
encontrarme de nuevo con Deborah Kara Unger en The Way, la película
sobre el camino de Santiago que dirigió Emilio Estévez y que tuvo como
protagonista principal a su padre, Martin Sheen. Sólo conservaba dos recuerdos
de esta actriz canadiense. El primero corresponde a su actuación inmensa en The
Game, y el segundo me trae la imagen de un bar, de un mostrador y de ella
sirviendo unas copas en no recuerdo ya qué película. Creo que en esta última ya
había prorrumpido en un “¡hombre, Deborah, qué alegría verte de nuevo aunque
sea en un papel secundario!” Deborah Kara Unger pertenece a ese tipo de mujer
que, por su belleza y contundencia, siempre me atrae. Pertenecería a la saga
que encabeza Katharine Hepburn desde el pasado y Sigourney Weaver en el
presente. En The way interpreta el papel de una mujer rota, que fuma sin
parar y que pretende dejar de hacerlo en cuanto llegue a Santiago. Pero, como
ella bien dice cuando está con sus tres compañeros de ruta delante del mar en
Muxía y enciende de nuevo un cigarrillo para sorpresa de ellos, no se trataba
de eso. En un momento dado de la película, se sincera con el personaje que
interpreta Martin Sheen y le dice que su marido la maltrataba. No soportándolo
ya más, y estando en esa época de su vida embarazada, decidió abortar para que
su bebé no fuera víctima del mismo maltrato. Y añade: “A veces escucho su voz…
La de mi bebé… Sé que es una locura porque no llegó a nacer, pero me imagino
cómo habría sido su voz. Y a veces la oigo. A veces juraría que la oigo”.
miércoles, 15 de noviembre de 2017
A vueltas con el matiz
Precisamente
porque para ellos, al contrario que para mí, el matiz en la vida no lo es todo,
contradiciendo a Azorín (léase, bajo el título de este blog, el dictum
azoriniano que es uno de los lemas de mi vida), son populistas los populistas.
No se pirran por los matices sino todo lo contrario. Así, su “verdad pura y
simple” termina siendo la más horrísona de las mentiras.
lunes, 13 de noviembre de 2017
Fases
Está uno
abonado últimamente a la realidad de las fases. Vives esta fase ahora y dentro
de un tiempo vivirás otra. Hay cosas que son para siempre pero otras no. Cambiamos
porque caminamos y no hay caminos sin etapas. “De un tiempo a esta parte…”. Y
así es.
sábado, 11 de noviembre de 2017
¡Maldita genética!
Todavía me
río al recordar el “¡maldita genética!” en el que prorrumpió mi prima X. Se
refería a la que había permitido que su hijo heredase de su padre un rasgo de
su carácter que la ponía de los nervios y que, a la postre, fue la causa de su
separación. Lo sufría ahora en su hijo, que la condenaba a la misma
incompatibilidad. Lo dijo con ganas, como conjurando un hechizo.
jueves, 26 de octubre de 2017
Fuegos
Los únicos
fuegos que uno está autorizado a encender primero y mantener vivos después son
los del espíritu, esos que hacen que no bajemos de la ola de la verdad, de la
caridad, de la justicia, de la belleza. Cualesquiera otros son destructivos y
tengo claro que uno debe contribuir a apagarlos, nunca a reanimarlos.
sábado, 21 de octubre de 2017
jueves, 19 de octubre de 2017
Kong
A Tom Hiddleston
debieron decirle que se pusiese cachas en el gimnasio pues lo suyo en Kong:
La isla calavera no va más allá de ofrecer un frente y un perfil
espléndidos en los fotogramas-postal de esta fallida película. Más sangrante es
que lo hagan también con la espléndida y bellísima Brie Larson, que es aquí la
Bella de la que se enamorará la Bestia Kong, concediéndole sólo unos muy
escasos minutos interpretativos en el tramo final de la película. Muy poco para
el bueno de Kong y muy poco también para nosotros. Como él, también nosotros nos
quedamos solos.
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