Oigo la palabra “identidad” y me sale espuma por
la boca, tanto la del epiléptico (pierdo el conocimiento y entro en
convulsiones) como la del perro rabioso (mordería, ay, de la rabia que me
entra…). Pero me reconvengo y me digo: “Pero si la rabia, y la pérdida de
conocimiento, y las convulsiones son cosa de ellos, los identitarios”. Y
entonces va y me calmo.
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