martes, 26 de septiembre de 2017

Papageno y Papagena

Nadie debiera morirse sin ver La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart. Yo la mal vi y la mal oí en Salamanca hace un montón de años, sentado en la más alta de las galerías, esquinado y muy lejos del escenario, en la peor de las posiciones. Acabe durmiéndome. Fue la primera y la última vez que asistí a una ópera en directo. Lo que sí quedó para siempre en mi recuerdo fueron los nombres de Papageno y Papagena, que de por sí me parecieron ya un acierto lingüístico y sonoro genial. El pasado 20 de septiembre, la Royal Opera comenzó su temporada operística, la presencial en el Royal Opera House de Londres y la retransmitida en directo y que es posible ver en muchos cines del mundo. La incomodidad primera con La flauta mágica se trocó en comodidad y gozo absolutos cuando la vi hace unos días en Santiago. ¡Dios, qué gustazo! Es un prodigio de genio e ingenio, de alegría porque el amor triunfa, los nobles ideales triunfan, el bien triunfa, la belleza triunfa, porque triunfan el hombre y la mujer amándose, Papageno y Papagena celebrando a sus papagenitos y papagenitos en un escena antológica y donde todo es antológico, y el mal, derrotado, va a donde le corresponde, al infierno, para que todo sea cielo en la tierra en la que ha triunfado la alegría. 

domingo, 24 de septiembre de 2017

La misa ideal

Para mí, la misa ideal sería la que reuniese estas condiciones:
1. Un sacerdote -in persona Christi, in persona Ecclesiae- de voz suave, clara y sólida.
2. Una homilía breve, sabia y alentadora.
3. Una presencia y un ritmo litúrgicos dramáticos, es decir, bellos.
4. Un silencio: no se canta ni se escucha ningún tipo de música.
5. Un solo gesto de paz, o dos como mucho: se da la paz únicamente a los que tenemos a nuestro lado, no a todos los que están a nuestro alrededor (algunos van incluso más allá de este inmediato alrededor; si se les dejara saludarían a todos y a todas).
6. Y un final hermoso: marcharse, de verdad, en paz.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Nabucco

No recordaba quién era Nabucco en los primeros instantes de la retransmisión de la ópera de Verdi en una de las grandes pantallas de los cines Cinesa, en Santiago de Compostela, pero no tardé nada en saberlo una vez que fue nombrado: era, claro, Nabuccodonosor. El gran tema de esta ópera es la conversión del rey babilonio a la fe judaica, algo que no sabía, y uno de los momentos cumbres, el archiconocido “Va pensiero”, al verlo y escucharlo con subtítulos y en el contexto de la obra cobró entonces toda su grandeza: el pueblo judío, desterrado en Babilonia, llora su destierro y añora su patria. En el fondo, los escenógrafos habían colocado unas tiras verticales que cubrían de arriba abajo todo el escenario. Yo vi en ellas la representación de cinco realidades: las lágrimas de los judíos, las ramas de los sauces, las cuerdas de las cítaras, las corrientes del río Éufrates y las aguas del río Jordán. Entonces, comprendido en su totalidad, el famoso fragmento me pareció la cumbre de la conmoción y la belleza. En una sala de cine, además, los que en ella estamos podemos ver primerísimos planos de los rostros de los cantantes-actores, algo que no está al alcance de los físicamente presentes en el teatro y que yo no cambiaría ni de coña por una localidad en el patio de butacas. Tener tal imagen al alcance de la mano es casi un milagro. 

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Un afloja para un tira

El deseo de perfección exige la aceptación de la imperfección. No sobreviviríamos a un tira sin echar mano de un afloja.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Un hombre cualquiera

Uno de los grandes atractivos del papa Francisco es ser como Jesús, “un hombre cualquiera” (Filipenses 2, 7).

sábado, 16 de septiembre de 2017

jueves, 14 de septiembre de 2017

Jean Guitton y el Maligno

Cuando en "Mejor contra Alguien" afirmaba yo que se lucha mejor contra un Malo que contra el Mal, una comentadora se mostró de acuerdo conmigo al preferir, frente al “más líbranos del mal”, el “sed libera nos a malo” del Padrenuestro latino. Le contesté que el filósofo francés Jean Guitton opinaba lo mismo. Lo dice en su libro Retrato de Marta Robin: “Él, este Él, ¿quién es? Se comprende que yo pensara en ése que el Evangelio en el Pater llama 'el Maligno'. Hemos preferido traducir por 'líbranos del mal' lo que debiera traducirse por 'líbranos del Maligno'. Y los exégetas que son tan susceptibles de exactitud en la traducción del Gloria […], han rebajado al Maligno para reducirlo al mal (todas las cursivas son del autor)”.

jueves, 31 de agosto de 2017

Mejor contra Alguien

Es mejor que exista el diablo (entiéndaseme): así podemos ponerle rostro al mal. Se lucha mejor contra Alguien que contra Algo.

martes, 29 de agosto de 2017

viernes, 25 de agosto de 2017

Siempre Sigourney

Es magnífico el arco que traza Sigourney Weaver desde la anti-monster teniente Ripley, que interpretó en Alien, hasta la monstruosa Alexandra, la villana que interpreta en The Defender. Allí, buena, mata al monstruo; aquí, mala-malísima, es el monstruo al que finalmente matan.

martes, 22 de agosto de 2017

Un pasito p'alante, dos pasitos p'atrás

Por unas y otras (y en las unas y en las otras siempre, de fondo, la falta de sueño) razones, cuando, a mediados de julio, comenzaron mis vacaciones, me encontraba un tanto nervioso, cansado y triste. Todas las ganas que, unas semanas antes, había tenido de ir a Irlanda, desaparecieron de repente. No me apetecía ir a ningún lado: quería dormir, leer y ver cine. Pasado un mes, y esto nos lleva a mediados de agosto, pensé que, a lo mejor, una inmensa pereza me estaba impidiendo salir de mí y realizar un pequeño viaje del que, aunque de entrada me parecía imposible, volvería contento. ¿Pero cuál? Me puse a pensar. ¿Unos días de relax total en un hotel maravilloso, con piscinas grandes y maravillosas y unas vistas ídem? Busqué online, aquí y allí, pero no acabó de convencerme. ¿Un crucero fluvial, véase Danubio, Rin, Loira, Vesubio? Lo mismo. Vamos a ver, Suso, piensa, ¿qué te apetece de verdad? Parecióme que ello era ir a una ciudad en la que se estuviese celebrando un festival de danza contemporánea y/o música clásica. Sendos telediarios en días distintos me dieron noticia del de San Sebastián y el de Torroella de Montgrí, en Gerona. Vistos los programas, me decanté por el segundo. Compré dos entradas, una para una actuación de Jordi Savall el jueves 17 de agosto y otra para el viernes 18, una interesante puesta en escena del Stabat Mater de Vivali a cargo del, para mí desconocido, Soqquadro Italiano. Después compre los billetes de avión y reservé plaza en un hotel. Según pasaban los días, las ganas, las medio-ganas y las no-ganas de ir se iban turnando. Pero, salvo el hotel, ya había hecho el gasto y no cabía vuelta atrás. Además, me atreví a concertar una cita en Barcelona con mi amigo Armando Pego, a la que respondió con excelente generosidad, pues era y es mucho mi interés por conocerlo más y mejor. Pero, dentro de mí, no terminada de afianzarse un deseo sin fisuras de irme al otro lado de la península. Cuando el fin de semana anterior al del día de mi partida me veo, ¡por primera vez en mi vida!, con un catarro estival, ya tuve la excusa perfecta. ¿Cómo iba a ir en estas condiciones, pobre de mí, colgado de un pañuelo con mocos, a Gerona, la cual además esos días iba a sufrir el azote de un tremendo calor (segunda excusa)? Decidido. No había más que hablar. Cancelo mi reserva en el hotel sin coste alguno y decido que me la refanfinfla perder el dinero del avión y el de las entradas a las actuaciones en el susodicho municipio gerundense. También pongo al corriente de mi cambio de ruta a Armando y nos citamos para una mejor ocasión. ¡Ah, qué felicidad, me quedaba en casita, en mi hamaca, en mi kiwi, en mis libros, en mi cine! Finalmente, el catarro en cierto sentido resultó ser providencial pues se presentaron unos asuntos que, aunque se hubiesen resuelto de igual modo en mi ausencia, se resolvieron más rápidamente estando yo presente. Y así es como ocurren las cosas, un pasito p´alante, dos pasitos p’atrás…

domingo, 13 de agosto de 2017

¡Es así!

En algún momento de mi ya lejana juventud leí Los Buddenbrok, de Thomas Mann. Cuando, hace un mes, decidí volver a leerla, me di cuenta de que no recordaba de ella ni el más nimio de los detalles. Era la historia de una familia, sí, a través de varias generaciones durante el siglo XIX, la historia de su decadencia, que es como la presenta cualquier sinopsis que uno se encuentre por ahí. Recordaba que era oscura, que abundaban más los acontecimientos luctuosos que los felices. Y esto, en efecto, lo confirmó la relectura. El gran olvido, un olvido en este caso feliz pues permitió una sorpresa igualmente feliz, es que la novela termina con una afirmación rotunda de la resurrección de los muertos. La anciana Sesemi Weichbrodt, tras escuchar el lamento de Antoni Buddenbrok por la pérdida de su esperanza en volver a ver sus muertos: su abuelo, su padre, su madre, su hermano, su sobrino (“la vida, ya sabéis, hace que en nuestro interior se rompan ciertas cosas, que la fe en ciertas cosas se pierda… Volver a verlos… ¡Ojalá fuera así!), 
“se elevó todo lo alto que pudo por encima de la mesa. Se puso de puntillas, estiró el cuello y dio un golpe sobre la mesa que hizo temblar la cofia que llevaba en la cabeza: -¡Es así! (la cursiva es del autor) -dijo con toda su fuerza y mirándolas a todas con gesto desafiante. Allí estaba, vencedora en la dura batalla que, durante toda su vida, había logrado contra las dudas de su mente racional de profesora; jorobada, diminuta e incluso temblando por la firmeza de sus convicciones: una pequeña, categórica y ferviente profetisa”.

viernes, 11 de agosto de 2017

La siesta del carnero

En esta hora previa a la de la comida me entra un sueño profundo al que no opongo ninguna resistencia. Me recuesto sobre la hamaca, pongo las piernas sobre la mesa y duermo la que, por ser a esta hora, mi tío Luis llamaba la siesta del carnero, acogiéndose a no sé qué tradición. Los cantos del gallo me sacuden como si fuesen ruidosas trompetas mientras que los trinos de los pájaros me llevan otra vez al más profundo de los sueños.

miércoles, 9 de agosto de 2017

sábado, 5 de agosto de 2017

jueves, 3 de agosto de 2017

El empleado de Seur

Me salva de mí mismo el empleado de Seur que me trae un paquete. “Hola. ¿Me dices tu DNI?” “11111111 y L de León”. “O de Lugo, que está más cerca. Es como el que dice S de Sevilla cuando podría decir de Silleda”. “Pues tienes razón. Me lo anoto”. “Jesús Ares, ¿no?” “Sí”. “Firme aquí, por favor. Muy bien, hasta luego”. “Hasta luego”, le respondo, sintiendo que a través de él Él me ha tocado. Un golpe de realidad.

martes, 1 de agosto de 2017