viernes, 11 de agosto de 2017

La siesta del carnero

En esta hora previa a la de la comida me entra un sueño profundo al que no opongo ninguna resistencia. Me recuesto sobre la hamaca, pongo las piernas sobre la mesa y duermo la que, por ser a esta hora, mi tío Luis llamaba la siesta del carnero, acogiéndose a no sé qué tradición. Los cantos del gallo me sacuden como si fuesen ruidosas trompetas mientras que los trinos de los pájaros me llevan otra vez al más profundo de los sueños.

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