martes, 26 de septiembre de 2017

Papageno y Papagena

Nadie debiera morirse sin ver La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart. Yo la mal vi y la mal oí en Salamanca hace un montón de años, sentado en la más alta de las galerías, esquinado y muy lejos del escenario, en la peor de las posiciones. Acabe durmiéndome. Fue la primera y la última vez que asistí a una ópera en directo. Lo que sí quedó para siempre en mi recuerdo fueron los nombres de Papageno y Papagena, que de por sí me parecieron ya un acierto lingüístico y sonoro genial. El pasado 20 de septiembre, la Royal Opera comenzó su temporada operística, la presencial en el Royal Opera House de Londres y la retransmitida en directo y que es posible ver en muchos cines del mundo. La incomodidad primera con La flauta mágica se trocó en comodidad y gozo absolutos cuando la vi hace unos días en Santiago. ¡Dios, qué gustazo! Es un prodigio de genio e ingenio, de alegría porque el amor triunfa, los nobles ideales triunfan, el bien triunfa, la belleza triunfa, porque triunfan el hombre y la mujer amándose, Papageno y Papagena celebrando a sus papagenitos y papagenitos en un escena antológica y donde todo es antológico, y el mal, derrotado, va a donde le corresponde, al infierno, para que todo sea cielo en la tierra en la que ha triunfado la alegría. 

1 comentario:

Josefina dijo...

¡Y un prodigio de música!