¿Por qué la invoco, o se me aparece, como una adversaria a la que debo convencer, o acaso abatir, o las dos cosas al mismo
tiempo? No lo sé. En esas profundidades en las que uno tiene telarañas y rayos
de luz ocurren cosas muy raras. Supongo que si me pusiera a pensar en ello
concienzudamente encontraría alguna pista pero no estoy seguro de que merezca
la pena. Algo en mí la ha cubierto de máscaras amenazantes y pegajosas y me he
puesto entonces a la defensiva.
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