miércoles, 13 de agosto de 2014

Un grito salvaje

Soy un niño que no quiere datos, ni informaciones, ni contenidos. Grito “¡¡NOOO¡¡”. Tabula rasa, grado cero. Viento sí, mucho viento, y agua, la naturaleza toda, tan pura.
No quiero saber nada; quiero olvidar todo lo que sé; no quiero que me agobie todo lo que no sé; si no disfruto cuando sé no quiero saber nada; aquí, que rija con todo esplendor y fuerza el puro principio del placer, del interés, de la fruición.
¿Qué me importa Tiziano, qué me importa Velázquez si me agobian, si me aniquilan? ¿Qué me importa la cultura toda si no es como un vaso de agua, como una espléndida fruta roja? ¡Abajo con ella! Un principio salvaje, sí, de pura degustación, naciente, frente al sol que se pone.
“Si no sois como niños no entraréis en el reino de los cielos”. Ante los libros, los cuadros, las películas, la música, las obras escultóricas y arquitectónicas, la fotografía, quiero ser como un niño, los ojos muy abiertos, las manos, fáciles, la cabeza, descansada. Y a vivir.

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