sábado, 16 de agosto de 2014

Leer como un niño

Tengo entre manos La historia del arte, de E. H. Gombrich, “una de las obras sobre arte más famosas jamás publicadas”, y no me extraña porque es deliciosamente sencilla y didáctica. Quiero leerla “como un niño”, tal como explicaba aquí, es decir sin querer “saber” sino queriendo “saborear”, sin querer “aprender” sino queriendo “contemplar”, sin ambición de “cultura” y con deseo de “fruición”, sin que me fustigue el pensar que mucho de lo que estoy leyendo acabaré olvidándolo sino haciendo una lectura perfectamente “inútil”, que no “sirva para nada”, con el puro y único anhelo del niño que es feliz porque descubre mundos nuevos. ¿Qué le importan a él los detalles, las fechas, los estilos, los nombres, la secuencia de la historia? Nada, sino sólo el “¡oh, ah!” de un asombro continuo, inservible, olvidadizo. En este sentido, quiero ser una persona “inculta”.

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