sábado, 31 de agosto de 2013

La cometa

Estoy viendo a cuatro adolescentes junto a la escuela de música manejando lo que parece ser el hilo de una cometa. Me asomo al balcón para confirmarlo pero no la veo. “Dios, tiene que estar volando muy alto”. Voy entonces a la terraza para ampliar mi ángulo de visión y, ahora sí, la veo, allá arriba, muy arriba. Pareciera que a esta altura ya debiera tener el derecho de soltarse y volar a su libre albedrío. Pero entonces quedaría a merced del viento, que la llevaría a donde quisiese él y no donde quisiera ella. Su seguridad estriba en no desligarse del hilo que la permite volar sin perderse. Puede sentirse libre gracias a que alguien superior a ella la sostiene.

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