Creemos que la única razón por la que la farola se dobla es
para iluminar la calle, pero yo no descarto por lo menos otras dos, la
curiosidad y la reverencia. Es indudable que de ambas cosas nos encuentra
dignos; peculiaridades no nos faltan, y, aunque malos, ese poco de bondad que descubra
en nuestros corazones querrá venerarlo para que, en lo que a ella respecta, no
carezca de protección.
2 comentarios:
Cuánta poesía hay en estas miradas
La que merecen las cosas, ¿no crees?
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