El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho (Lucas 16, 10).
Daba grandes sumas en los momentos de calamidad pública (…) Pero era, en cambio, tacaño para la pequeña caridad, la individual y de todos los días (…) Es esta disociación entre la caridad pública y la individual achaque muy común de los grandes filántropos: los que subvencionan con millones copiosos una obra social, pero son incapaces de sacar de su bolsillo una moneda de cobre para dársela con recato y con ternura a quien la pide, sin preguntarle para qué. Ésta es la diferencia entre filantropía y caridad. La filantropía es, sobre todo, cantidad; y la caridad es, ante todo, amor (Gregorio Marañón, Tiberio, historia de un resentimiento).
Y, así como aquellos que no se dirigen a Dios en las pequeñas tribulaciones carecerán de hábito y de recursos para mitigar las grandes cuando se presenten, los que no han aprendido a pedirle cosas pueriles carecerán seguramente de toda disponibilidad para pedirle cosas grandes (C.S. Lewis, Si Dios no escuchase. Cartas a Malcolm).
3 comentarios:
Agradecer lo grande y lo pequeño
Gracias por la entrada
Yo también te la agradezco.
Gracias por vuestras gracias, Miriam, Inmaculada.
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