El “como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” del Padre Nuestro es puro presente. No es un “pues ya hemos perdonado” ni un “como también nosotros habremos de perdonar”, sino una rara mezcla de los dos que se convierte en una autoexigencia, derivada de la exigencia del Padre. El cumplimiento que se pide es tan inmediato que se presenta como actual, un “hice-haré” que sólo vale si es un “hago”, ahora, hoy. Ante Dios nunca estamos ni en el pasado ni el futuro sino en el presente, donde la eternidad se cuela. Concuerda además a la perfección con el pan que sólo pedimos para hoy: “danos hoy nuestro pan”. ¿Es entonces un “que nos perdone hoy como también nosotros perdonamos hoy”? Tiene toda la pinta
4 comentarios:
¡La tiene!
Y por cierto, y bajando un poco el nivel, eso soluciona el asunto ese tan traído y llevado del "olvido". Perdonamos, en presente, implica que no olvidamos bobamente el mal que nos hicieron, sino que seguimos perdonándolo. ¿O no?
Yo creo Enrique que, como no somos capaces de olvidar, tenemos que, efectivamente, seguir perdonando, pero, insisto ¡porque nuestro corazón, débil, recuerda! La deuda quedaría efectivamente perdonada cuando hubiese sido olvidada, que sería nuestro modo de "borrar" el pecado y la culpa del hermano.
Cuando se dice, a veces un tanto altiva y fieramente, "perdono pero no olvido", noto siempre un regusto de venganza, un "te perdono pero no olvidaré nunca el daño que me hiciste", o sea, digo yo, que no te perdonaré del todo.
Si la medida de nuestro perdón es el perdón divino, hay que, rotundamente, olvidar. ¿O no?
Sí, Suso, tiene toda la pinta. Acostarse cada día alimentados, perdonados y con los deberes hechos.
Y concuerda a la perfección también con "libranos del mal". El mal guardado es mal, guardado.
Precisamente el libro de Cabodevilla que alguien me regaló habla del peculiarísimo engarce del Padrenuestro.
"Puro presente donde la eternidad se cuela". Muchísimas gracias.
¡Claro! ¡No perdonar es guardar el mal, el que el otro me hizo y el que yo me hago (y le hago) por retenerlo!
Oye, no debe tener mal gusto el tipo ese que te regalo el libro de Cabodevilla...
Besos, CB.
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