Me divido, me multiplico, me sumo, me aritmetizo de formas mil, y me salen yoes por todas partes, y no siempre logro retenerlos en mi mano sin que se me escapen por los aires. No importa. Sólo hay un yo, y se queda aquí, conmigo. ¿Dos yoes, entonces? No, uno. Yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario