Me pidió que rezara por ella y yo, azuzado por esta encomienda, pensé ests días qué es rezar por alguien. La primera imagen que acudió a mí fue la de un rayo, el de mi mirada, dirigido a Dios, llevando sobre sus hombros a M. y dejándola en los brazos del Padre, polvo llevado por la luz, la luz de mis ojos y de mi oración.
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