El otro
lado de la esperanza, de Aki Kaurismäki. ¿Por qué Khaled, que acaba de
recibir una puñalada de un matón nacionalista, no espera en el trastero del
garaje a que venga Wikström, el dueño del restaurante que le ha dado trabajo y
conseguido una identidad falsa, para que lo auxilie? Cuando éste llega,
encuentra todo colocado y sin más rastro de Khaled que unas gotas de sangre. En
la escena siguiente, la hermana de nuestro protagonista, que había estado
esperándole para ir a la gendarmería a solicitar asilo, decide acudir sin él. A
la vuelta de una esquina se lo encuentra, con una mano sobre la herida abierta
por el puñal, aunque no repara en ello. Él la abraza, la anima y le dice que
tiene que ausentarse por un tiempo. Al final, vemos a Khaled tendido y con la
cabeza apoyada en un árbol. Tiene un vendaje sobre la herida. ¿Es mortal,
vivirá o morirá Khaled? La cámara nos muestra lo que está mirando, el puerto de
descarga de mercancías. Fuma plácidamente; el perro del restaurante está con
él, se acerca y lo lame. Khaled sonríe.
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