Mi sobrina Sabela vino a buscar en internet
un mapa mudo de un mapamundi e imprimirlo para una tarea de clase. Al verse
ante el ordenador le sonó una campanilla en la memoria. “¿Tú no escribiste como
una historia sobre mí o algo así?” “¿Una historia? No me acuerdo. Déjame que
busque en mi blog”. Escribí “Sabela” en el rectángulo de la lupa y apareció
esta entrada, de la que no guardaba ningún recuerdo. “Lo que escribí fue esto.
Venga, léelo tú”. “¿Solo tenía cinco años?” “Sí, solo cinco. ¿Te acuerdas?”
“Sí. ¿Y esto lo ve la gente?” “Pues la que se pasa por aquí sí”. Han pasado
seis años desde entonces y Sabela tiene ahora once. ¿Le emocionó un poquito
leer mi pequeña historieta? Creo que sí, que le gustó verse “contada”. Me
encantaría que fuera la semilla de algo bueno para ella.
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