Se cansa uno a veces de sus
“parrafitos” y echa de menos ser un escritor mundano y divertido que se lance a
escribir crónicas torrenciales sobre esto y aquello. Pero ya está mi pie muy
metido en mi estribo y no me libraré de ser el tipo de escritor que soy. Si
suena aquí una pequeña nota de frustración es eso, pequeña, o eso creo, porque
a lo mejor es grande y está bien que lo sea si eso significa que uno investigue
nuevos vericuetos y se lance por ellos. Cualquiera sabe. El caso es que envidio
y admiro la crónica madrileña de mi amigo Enrique y las que está haciendo mi
amigo Ángel (aquí, aquí y aquí), todas referidas a nuestro viernes 4 de julio. Yo debo destacar por
encima de todo lo que para mí fue más importante: el tan ansiado encuentro
analógico, con “presencia” y “figura” (que diría San Juan de la Cruz), con
Enrique García-Máiquez. Viejos amigos virtuales desde hace ya algunos años, a
los dos nos urgía (re)conocernos cara a cara. La cosa fue después muy rodada,
estando de por medio el museo del Prado, su hermano Jaime, amigos suyos varios,
Ángel por supuesto, una deliciosa tarde en la casa de David y Carmen, a la que
siguió una pre-cena, cena y post-cena con amigos y amigas nuevos de nuestros
anfitriones. Qué bonito fue participar en el discurrir libre de las ideas y
palabras de unos y otros, donde se habló de pintura, de Bruckner, de Girard, de
Casablanca, de Jon Juaristi, de los judíos, del Holocausto, de las familias
misioneras que se van a Austria o a cualquier otra parte del mundo, de
anglofilia, de anglofobia, de francofobia, de un chiste en el que comparecen un
católico, un musulmán y un judío... Altísima civilización le llamo yo a esto,
que acaso no sea otra cosa que hablar, escuchar, respetarse y quererse.
8 comentarios:
Amén.
¡Qué suerte y qué envidia!
Así fue, vive Dios. Parecíamos náufragos de un mundo que se ahoga en su simpleza y superfialidad.
Gracias por contarlo.
Gracias a ti por leerlo Abu Saif, y a Enrique y a Ignacio.
¡Qué maravilla! Eso sí que es de Madrid al cielo.
Ojalá se repita el encuentro. Lamenté mucho no estar. Me habría encantado poder participar aunque sólo fuera un rato.
Haremos que se repita, Cristina, y nada te eximirá de que estés: quedas avisada.
Besos.
Fue un placer conocerte, Suso. Un abrazo,
Igualmente, Dal. Otro abrazo para ti.
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