Ayer tuve unos inicios de
sueño pesadillescos: monstruos irreconocibles se empeñaron en no dejarme dormir
y al fin tuve, cosa verdaderamente increíble, que cerrar la puerta y atrancarla
con la mesita, para que no se colasen por la rendija. ¡Qué inesperada y
tontorrona vuelta a los temores de la infancia! Me levanté con la cabeza
zumbona y así sigo, mientras voy haciendo pie sobre el solar del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario