jueves, 16 de enero de 2014

En horas pobres

En horas pobres cuento un cuento pobre, rudimentario, sin fibra. Todo lo que hay es un hueso ya muy pelado, que uno sigue royendo. Se ve uno lanzado al ruedo de la vida sin guión para contar, sin letra para cantar.

¿Nos quejaremos por los días de nuestra vida que no tienen épica, ni lírica, por “las desesperantes posturas que tomamos para aguardar” (Antonio Machado)? Pero “la vida es la zarza ardiente al borde del camino donde Dios da sus voces” (Ortega y Gasset), también la vida pobre, la vida que no arde.

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