El caballerito de Dios se levantó, se puso la chaqueta polar,
hizo pis, se enjuagó los ojos, bajó a la cocina, encendió la tele, tomó una
cucharada de aceite de oliva, un kiwi y un vaso de agua templada, puso a
calentar la leche en el microondas, fregó lo que había quedado del día
anterior, le echó azúcar y café soluble a la leche caliente, puso en la mesa
las galletas, los cereales y las pastillas, se sentó, desayunó y limpió la
cubierta vitrocerámica de la cocina de leña.
El caballerito de Dios subió a su habitación, se sentó en la
butaca, estuvo en silencio durante quince minutos, rezó un padrenuestro y un
ave maría, leyó el evangelio del día, se vistió, hizo la cama, preparó su
bolso, bajó de nuevo a la cocina, le dio los buenos días a su madre, tomó otro
vaso de agua templada, se enfundó el anorak, los guantes y la visera, se puso
los auriculares, se despidió de su madre y marchó al trabajo.
El caballerito de Dios...
No hay comentarios:
Publicar un comentario