Es importante que caiga la mandíbula, que
los dientes no se cierren, que la lengua permanezca flotando, que nada en el
rostro anuncie una tensión interior. La búsqueda entonces, o la espera -son lo
mismo-, se sitúan en la posición correcta, donde únicamente se atrapa aquello
que viene libremente, sin prisas, sin coerciones, de visita primero y para
quedarse después. Sólo así las palabras se escriben sobre el papel.
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