sábado, 19 de octubre de 2013

El reloj despertador

Del 11 al 18 de septiembre se celebra todos los años la novena a la Virgen de la Saleta en Siador, una parroquia a dos kilómetros de Silleda. Hay dos turnos, uno por la mañana temprano y otro a la caída de la tarde. El de la mañana reúne a un buen número de personas que va andando hasta el santuario y rezando el rosario. Una de ellas es mi madre, lo que la obliga a levantarse a las seis y cuarto. Los dos primeros días, por no molestarme a mí, no puso el despertador, lo que le impidió dormir para que no se le pasase la hora. Al tercer día me pidió que se lo pusiese tras explicarme el asunto. La reñí: “Pero mamá, si estás harta de saber que a mí no me despierta ni la bomba atómica”.
Después pensé si yo habría hecho lo mismo: no, creo que no lo hubiera hecho; habría activado la alarma del reloj desde el primer día. Esta “pequeña” diferencia es una “inmensa” diferencia: el amor de mi madre es más grande que el mío.

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