Créanme, un cuerpo relajado y bien puesto es buena medicina.
Prueben a sentarse con la espalda siempre erguida, los hombros levantados y
echados hacia atrás, las plantas de los pies bien apoyadas en el suelo, la
mandíbula destensada, caída. Las manos, si no están ocupadas, que descansen
sobre las piernas. Hagan de esto un hábito y ya nunca querrán estar de otra
manera, y tampoco el alma, me parece, lo querrá.
También es importante que no se dejen
encorvar ni echar barriga, o por lo menos no demasiada barriga. Anden pues con
la espalda bien recta, los hombros como ya señalé arriba y el estómago metido
hacia dentro. Al principio les costará un poco pero después sentirán que es el
cuerpo quien se lo pide pues ya no se encontrará, ni se encontrarán, a gusto de
ningún otro modo.
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