Tras decirle que nunca más
le cogería manía a nada ni a nadie, CB me respondió que las manías pueden alertarnos
del desvío o equívoco de aquello que las despierta en nosotros. Pensé entonces
en las últimas que había tenido y, en efecto, en ambos casos era, y es, para mí
claro el error al que apuntaban: en un caso se trata de un proyecto político y en
el otro de un sistema intelectual. Con todo no quiero que se encarnicen hasta
el punto de que, convertidas en aversión intelectual, me dejen a las puertas de
otro tipo de aversión nada recomendable.
2 comentarios:
Suso, me emociona encontrar alguien que me escucha hasta ese punto, saber escuchar es otro de tus grandes dones, pero dicho así tendría que repensármelo. Creo que me concedes más inteligencia de la que gasto.
Más que hablar de desvíos o equívocos, creo que lo que quería decir es que las manías, que tú rechazabas por principio, son tan nuestras como los amores, y que a veces son más certeras que todos los razonamientos. Yo, por ejemplo, le he tenido desde siempre manía a la leche y me han importado un pito las bondades del calcio y todas las razones que aconsejan tomarla; ahora resulta que es que soy alérgica y me sienta como un tiro. No iba mucho más allá.
No te concedo más inteligencia de la que gastas sino la que gastas: a mi parecer, muchísima, y no admito enmiendas, hala.
En el contexto de la conversación que estábamos manteniendo, lo que tú me dijiste y yo cuento en esta entrada fue acertadísimo. Y no se trata de que fueras más allá o te quedaras más aca o no te movieras de tu sitio: sólo esa alerta que puede ser una manía.
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