En mis últimas lecturas la
indocta ignorancia, el tópico falseador, el prejuicio que se resiste al juicio
que lo contradice, la desidia para aventar las mentiras, han sido temas
recurrentes. En No siempre lo peor es
cierto, de la historiadora Carmen Iglesias, en Tantos tontos tópicos, de Aurelio Arteta, en Los “Tiempos Recios” del Arzobispo Carranza. Monarquía-Papado I. Carlos
V y Felipe II, “Columnas de la Iglesia”, de mi añorado José Ignacio
Tellechea Idígoras, en Todo lo que era
sólido, de Antonio Muñoz Molina, traído por un tema o por otro, al hilo de
cuestiones distintas, el afán de no saber, la voluntad de no ver, el poder
imponiéndose a la verdad, el “siempre ha sido así y así seguirá siendo”, el
nacionalismo practicando su acostumbrado victimismo frentista, la ideología
venciendo a la idea, el tópico resistiéndose a ser corregido por lo ectópico,
la discrepancia vista siempre como ataque, el sentido común apareciendo como el
menos común de los sentidos, la pertinacia en la insensatez, en suma, como
diría José Antonio Marina, el fracaso de la inteligencia, me ha salido al paso
una y otra vez.
2 comentarios:
Déjate de líos, y lee sólo novelas en las que gane el bueno.
Un abrazote, Suso.
Dime una.
Un abrazo, Conrad.
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