jueves, 11 de abril de 2013

La margarita



Fue en pleno duelo tras su divorcio cuando conoció a E., que le brindó apoyo y alivio. Más tarde, cuando ella lo necesitó, fue él quien le correspondió con las mismas armas. Lo uno y lo otro los hizo grandes amigos. E. me puso en antecedentes con respecto al enamoramiento en el que anda ahora flotando. Se trata de una compañera de trabajo y él ya ha iniciado su cortejo. Mi amiga S., amiga de E., y ya después amiga también de él, es, digámoslo así, su tutora en estos primeros lances amatorios. Resultó enternecedor oírle contar la historia de la margarita encontrada en la calle y convertida después, tras un previo proceso embellecedor, en la carta de presentación de su amor. Y es que ella, claro, se llama Marga. No hacía ni siete horas que lo conocía, tras presentármelo E., y ya le estaba pidiendo, al despedirnos, que permitiera a S. y a E. que me mantuvieran al corriente de su aventura amorosa.

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