Porque bien sé lo que es valentía, que es una virtud que está puesta entre dos estremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad: pero menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de temerario que no que baje y toque en el punto de cobarde, que así como es más fácil venir el pródigo a ser liberal que el avaro, así es más fácil dar el temerario en verdadero valiente que no el cobarde subir a la verdadera valentía; y en esto de acometer aventuras, créame vuesa merced, señor don Diego, que antes se ha de perder por carta de más que de menos, porque mejor suena en las orejas de los que lo oyen «el tal caballero es temerario y atrevido» que no «el tal caballero es tímido y cobarde»(Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, capítulo XXVII).
Deberíamos tener la audacia de rectificar a Aristóteles.
Es sabido que para Aristóteles la virtud consiste en un término medio situado entre dos defectos contrarios. Y desde Aristóteles todos los virtuosos se curan en salud separándose de dos vicios contrarios. Así, el hombre valeroso se considera situado en el punto intermedio entre la temeridad y la cobardía. El hombre adornado de la virtud de la templanza se felicita de estar situado a igual distancia de la austeridad y del laxismo.
En mi caso, la experiencia de la vida, el análisis de los motivos y de los móviles, la lectura de la historia, la impresión de la ‘disimetría’ de las profundidades me han llevado a rechazar la idea de Aristóteles (…).
Y es que la timidez está en la rampa de la indolencia, mientras que la temeridad conduce a la osadía, al espíritu de empresa. La continencia no ocupa el ‘término medio’ entre el ascetismo y la lujuria; es una forma de lucha contra uno mismo”
(Jean Guitton, El absurdo y el misterio).
1 comentario:
No, in medio es jueves.
Qué buena recurrencia. Y qué fino Cervantes:mejor carta de más que de menos.
Lo de las rampas de Guitton también está muy bien visto.
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