jueves, 19 de enero de 2012

"Bien mío" es su nombre

El caballo de Don Quijote tiene nombre, Rocinante. El rucio de Sancho no. ¿Olvido de Cervantes? A buen seguro que no. ¿Porque así lo mandaban las costumbres de la caballería? Ignoro esto. ¿Porque no se usaba poner nombre a los asnos? Juan Ramón Jiménez sí que nombró, y bien, al suyo, Platero, pero claro, era el protagonista. No lo era el de Sancho pero sí un secundario de primerísimo rango, a la altura de Rocinante. ¡Y cómo lo quería nuestro escudero!:

“Sancho llegó a su rucio, y, abrazándole, le dijo:
-¿Cómo has estado, bien mío, rucio de mis ojos, compañero mío?
Y con esto le besaba y acariciaba, como si fuera persona. El asno callaba y se dejaba besar y acariciar de Sancho, sin responderle palabra alguna” (1ª parte, capítulo 30).
Ahora caigo. ¿Qué mejor nombre que los que el amor declara: “bien mío, rucio de mis ojos, compañero mío”, y los gestos dicen: “le besaba y acariciaba”? Y Rucio callaba, como callan los muy amados para no estorbar la declaración de amor.

2 comentarios:

Miriam dijo...

Preciosa reflexión para disfrutar el domingo¡
Gracias

Jesús dijo...

Gracias a ti, Miriam.