¿Por qué siento, mientras espero el sueño, que el ladrido es el acorde perfecto en las noches estivales, de modo que sólo él y no otro le otorga un relumbre de plenitud y de misterio? ¿Qué tiene esa voz de perro para que deje en mí tales ecos, apuntadores de una felicidad infinita, de un “todo está bien”? ¿Era acaso, en el paraíso, un perro el que acunaba el sueño de Adán y Eva? ¿Ya entonces ladraba de alegría el mejor amigo del hombre al ver como se dormían nuestros primeros padres?
4 comentarios:
Eso de que "todo está bien", y la sensación de tranquiliad, depende de cómo ladre el perro y de qué perro se trate. Si es un mastín o bulldog enfadado más bien asusta, y si es un faldero con voz de tenor ligero, suele ser insoportable. El perro estandar de raza imprecisa, que vive feliz en una casa donde le atienden bien, refleja su bienestar, y quizá lo pueda contagiar a los que entre una duermevela o un "pasmar", estan a punto de caer en los brazos de Morfeo.
Lo de Adán y Eva no lo sé, yo no estaba...
Suso, estas "tapitas" de verano tan breves pero tan sentidas me gustan mucho, gracias por dejarnos asomar a tus pensamientos tan frescos y salidos de tu corazón directamente.
Me ha gustado lo de Adán y Eva con el perro ;-), oye, mira tú. Y el resto, por supuesto. Paz que dan y compañía (excepto cuando se ponen pesados-pesados y hay que meterles en casa para que no despierten a vecinos menos complacientes que tú y nada poéticos ;-)
Un abrazo fuerte
Aurora
Estoy de acuerdo con Montse, depende como sea el perro y si las personas que lo oyen le gustan los perros.
Blog esplendido, me habían hablado de tu otro blog, pero este tampoco tiene desperdicio.
Me encanta. Saludos.
Me encanta que te encante, Antonio. Muchas gracias.
Saludos.
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