Ciertas figuras, al alejarse, se acercan, los muertos por ejemplo, y sólo así los conocemos, porque en ésa su distancia crean el espacio que permite que nuestros ojos vean lo que de otro modo nunca verían. Pero puede pasar toda una vida antes que tal cosa ocurra, durante la cual, el muerto frente a nosotros y nosotros frente al muerto, buscamos acomodo y ajustamos los ojos. Entonces, y sólo entonces, tiene lugar el encuentro.
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