Escuchar música barroca y venírseme a las mientes la imagen de un arroyo saltarín y danzante es todo uno. El oído se llena de salpicaduras, chorros, burbujas, cascadas, y sólo por momentos de remansos, en los que la corriente toma fuerzas para, ¡hala!, arrancar por bulerías otra vez. Pinchas una colección de conciertos de los “…i” (Corelli, Scarlatti, Vivaldi, Monteverdi…), y al alma le entran ganas de un trote acuático, de un galope saltimbanqui y torrentero. ¡Albricias del agua, rizos de espuma!
3 comentarios:
La comparación con las bulerias es acertada,pues esa música es de una
vitalidad y alegria contagiosas.
El "trote acuático, galope saltimbanqui y torrentero", adjetivos geniales para esta música del barroco que da fuerzas a borbotones, para encarar la vida con otro cariz, para levantar el ánimo, para todo.
La fuerza de la música es imponente,
gracias por decirlo tan bien y con tanta gracia, Suso.
Un abrazo.
Joder Suso, me ha encantado, muchas veces tan simple, pero repleto de vida.
Un abrazo.
Gracias como siempre, Montse.
Y lo que a mí me encanta que a ti te encante, Javier. Un abrazo.
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