Sacerdote, profeta… y rey, ¡rey! Pues entonces:
Miedo mío, ¿cuándo grabarás en tu corazón el aviso de nuestro Señor: “¡Ánimo!, que soy yo; no temáis”?
Ansiedad, ¿por qué esas ganas de perderte en el desasosiego? Te lo suplico, mejor, te lo ordeno: pon paz en tu casa.
Obsesiones, ratas feas, convertidas os quiero ya en ardillas presumidas.
Y ahora, venga, retiraos, que mía es la tarde y vuestra la tarea.
Miedo mío, ¿cuándo grabarás en tu corazón el aviso de nuestro Señor: “¡Ánimo!, que soy yo; no temáis”?
Ansiedad, ¿por qué esas ganas de perderte en el desasosiego? Te lo suplico, mejor, te lo ordeno: pon paz en tu casa.
Obsesiones, ratas feas, convertidas os quiero ya en ardillas presumidas.
Y ahora, venga, retiraos, que mía es la tarde y vuestra la tarea.
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