lunes, 11 de mayo de 2009

Inspiración

Lo que después aparece como inspiración no es más que lo que la abeja interior ha ido libando en el ínterin de la ausencia, hasta colmar el panal. Una vez llenas todas las celdillas, brota de pronto un día la miel, rebosante, y nos parece un milagro. Pero no es tal, a no ser que llamemos milagro al trabajo callado y oculto de esa abejilla nuestra.

2 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

Cuánta verdad, Suso. Sin esfuerzo previo, la inspiración no tiene nada que hacer. En estos casos, siempre me acuerdo de Borges:

En el primero de sus largos miles
de hexámetros de bronce invoca el griego
a la ardua musa o a un arcano fuego
para cantar la cólera de Aquiles.
Sabía que otro –un Dios- es el que hiere
de brusca luz nuestra labor oscura;
siglos después diría la Escritura
que el Espíritu sopla donde quiere.
La cabal herramienta a su elegido
da el despiadado dios que no se nombra:
a Milton las paredes de la sombra,
el destierro a Cervantes y el olvido.
Suyo es lo que perdura en la memoria
del tiempo secular. Nuestra la escoria.

Un abrazo.

Jesús dijo...

Gracias por el poema, Juan Antonio.
Un abrazo.