¡Ay la vida, esa niña que nos zarandea como a muñecos de trapo, a los que saca los ojos, arranca los brazos, tira contra la pared! Menos mal que esa misma niña, vuelta a su mejor ser, le devuelve los ojos a su muñeco, le pega los bracitos y lo recoge del suelo para acariciarlo con eterno mimo...
1 comentario:
Bonito, Suso, siempre me quedo mirando cómo las niñas juegan con sus muñecas...
Un abrazo muy especial para ti hoy.
Aurora
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