¿Qué hacer en esos momentos en que hambreas una emoción, un pellizco en el alma que te espabile, un bocado de realidad saciadora? Cualquier cosa menos venderse, y de venderse, venderse muy caro, disparatadamente caro, tanto que el mismo diablo tenga que desistir de la compra. Y es que hay Otro que puja más que él.
3 comentarios:
Qué trallazo de emoción. Enhorabuena por la entrada.
Muchas gracias. ¡Y si falta la musa que no nos falten las ganas de aplicarnos a lo nuestro!
Pobre el diablo! qué cansado tiene que estar de llevar su cruz...
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