Al azar de Baltasar, de Robert Bresson. Sequedad, automatismo en la actuación de sus protagonistas, que evita la emoción que nacería de la interpretación de un actor profesional a cambio de conseguir otra muy distinta, la que nace, cortante y casi muda, de sus "modelos", en terminología del propio director. Por momentos, uno cree estar frente a robots, pero robots verdaderamente humanos, por lo tanto no robots. Menudo lío. Los modelos de Bresson no "actúan" en el sentido habitual de la palabra, sino que "están", se dejan "ser" desde lo que el director les pide, que sean ellos mismos desnudándose de sí mismos. Y sigue el lío. Tienen intensidad "icónica". Y dejo aquí lo que me ha inspirado la maravillosa película de Bresson.
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