Veo El sexto fugitivo, de John Sturges, y se ratifica una vez más mi fascinación por el western. ¿Cuál es su raíz? ¿Qué tienen las películas del oeste para que me cautiven de tal modo? ¿Será que en él se aúnan, como en ningún otro género, lo íntimo, privado, familiar e intrahistórico por un lado, y lo abierto, paisajístico, aventurero, transfronterizo por el otro? ¿Será que lo primero, la lírica, y lo segundo, la épica, se suman de tal modo que encuentro en él satisfechas mi sed de ambas cosas, el verso que me habla de lo cercano y la prosa que me habla de lo lejano? Amo su querencia de hogar, pero también su querencia de aventura; amo su querencia de arraigo, pero también su querencia de libertad; amo su querencia de asentamiento y rancho propio, pero también su querencia de vasta tierra y horizonte nunca alcanzado.
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