Cuando tiene lugar un diálogo en la sección
de comentarios de la entrada de un blog uno se topa con una limitación
irresoluble: la palabra escrita es sólo palabra escrita, sin las
ventajas de la palabra hablada. Ningún gesto la acompaña: el tono de la voz, la
mirada, la expresión del rostro. Puede ocurrir entonces que una afirmación que
suene afilada, incluso navajera, lo sea muy poco o nada en el
ánimo del comentador. A rostro abierto, de viva y real voz, el otro “vería” la
palabra total, de la que estaría ausente, por seguir con el ejemplo, el corte
acerado. Una discrepancia firme y absoluta en un contexto polémico, en su
modalidad escrita aparece tan desnuda de rostro y alma que parecerá agresiva, y
más si uno no ha sabido tampoco esquivar cierta carga mordiente. Entre amigos,
si la sangre llega al río, siempre la amansa el agua de la amistad.
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