Contado por un papá.
-Pero vamos a ver, le dijo a su hija pequeña tras una trastada de ésta, ¿para qué tienes el cerebro en la cabeza?
-Para cerebrar mi cumpleaños.
Contado por una mamá.
Nos contó que su hija de pequeña ceceaba. Un día, tras llegar del colegio, le dijo:
-Mamá (con pucheritos y enfadada), los niños en la escuela se meten conmigo porque digo “zí”. ¡Y yo no digo “zí” sino que digo “zí”!
A su hijo le habían dicho, también en la escuela, que todos tenemos en la espalda un ángel de la guardia. Entonces va, se tira de espaldas y le dice a su madre:
-Mamá, ahora tenía que gritar y no gritó.
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