miércoles, 15 de mayo de 2013

Montiel, Landa


Es ley de vida morir y así van cayendo también nuestros grandes actores y actrices. Sara Montiel primero, Alfredo Landa después y otros muchos que ya se habían ido antes: Pepe Sancho, Aurora Bautista, Sancho Gracia, Juan Luis Galiardo...

Un apunte sobre Sara Montiel. Cuando cantaba no les permitía a las “as”, la más abierta de las vocales, abrirse por completo sino que las envolvía y lograba así dejar en el aire una onda de misteriosa sensualidad.

Y otro sobre Alfredo Landa: sus ojos, su mirada. José Luis Garci escribía lo que sigue el 15 de noviembre de 1991 en ABC:
«El otro secreto de Landa es su mirada. Hace algunos años, cuando Landa era campeón de todos los pesos, él y yo rodábamos una película en Madrid. Landa fumaba concentrado mientras le ponían un contraluz. Sus ojos recorrían el escenario en una suave panorámica. De pronto se detuvieron en un ventanal. Un segundo, dos, cinco [...] Cinco minutos después, cuando filmamos aquel plano, Landa ya no tenía esa emoción en la cara. Sus ojos volvían a ser los de su personaje [...] Con mucha paciencia, a lo largo de un par de semanas, traté de capturar aquella sensación y concretizarla. Una noche, en el patio de operaciones de Banesto, apareció otra vez, también durante una ligera pausa, mientras se ajustaba un proyector. El foto-fija estaba alertado. “Ahora”, le dije.
«Pedí que ampliaran esa fotografía a tamaño natural […] Sé que a su madre le perturbaba verla. Quizá no sea perturbar el verbo idóneo; mejor inquietar. Aquella mirada, aquel cuerpo, era algo que incluso escapaba de su conocimiento. Y tenía razón. Aquel no era su hijo. Aquel era un ser, un actor, en el momento mágico de su viaje hacia el otro lado. Ni era Landa ni era Areta, el detective. El fogonazo había pillado el instante justo de cuando se es y no se es. Cuando el cerebro ha dado la orden de salida hacia el misterio, el alma la ha recogido y ha emprendido el viaje.»
 (La súplica)

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