Gracias por lo gratis, Padre, por tu divina gana de donar, de perdonar, ganas de echar siempre el resto, ¡y mira qué son ganas!, pues menudos somos nosotros, tus hijos e hijas, ganosos de no querer ganar, de andar desganados, ganado de otra voz, no la tuya, de otro ámbito, no el tuyo. Pero porque le echas ganas ganarás, Padre, para ti nos ganarás, y así a los unos para los otros, ya, bajo tu palio, para siempre hermanos. Ganados para ti, ganado seremos en tu pasto, en tus reales y magníficas hierbas, ganosos de ti y de todo lo que a ti te agrada.
Por “real gana” dijo don Miguel de Unamuno, imitándote, pues para realidades, las tuyas, para ganas, las tuyas, y por eso también nuestras, cuando las tenemos, las “reales ganas”, ojalá que “divinas ganas”.
4 comentarios:
Me gusta mucho este juego de palabras en concreto; y es muy bonito 'ganoso' y hasta ganado es aquí una palabra rescatada.
Y me ha recordado algo que decía san Josemaría: que la razón más sobrenatural para amar a Dios es 'porque me da la gana'.
Gracias por el apunte, Ángel. Es un feliz complemento.
Es un don el que tienes para coger las palabras, las que usamos como monedas desgastadas y nos cambiamos sin prestarles atención, y hacerlas brillar. Más que eso, para bajarte hasta la mina.
A mí me entusiasma ese "desganado" como sinónimo de "perdido", y las reales ganas como auténticas, o reales de realidad, que siempre creí que eran ganas de rey.
Con la costumbre perdemos de vista los tesoros que encierran las palabras, lo vemos más fácil en los otros idiomas, como aquello que contaba no sé quién (¿Gaya?) de que hablando con un italiano le dijo que qué preciosidad eso de llamar "idráulico" al fontanero, y el italiano le contesto que preciosidad era llamarlo "fontanero": el que arregla las fontanas.
Una maravilla, Suso.
Muchas gracias, CB.
Lo del idraúlico y fontanero creo que lo cuenta Andrés Trapiello en alguno de sus diarios.
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