Cuando conviertes algo en cruz, cuando lo “crucificas”, cuando lo clavas sobre los dos maderos y así lo etiquetas como “carga”, y no como carga cualquiera sino como carga “crística”, la que Jesús nos invitó a llevar sobre nuestros hombres para con ella seguirlo, entonces algo, o tal vez mucho, se alivia en ti: no soportas ya simplemente un conjunto de dificultades, problemas, dolores, sin nombre, sin adjetivo, sin calificación, sino algo resumido, juntado, reunido, unificado en cruz, algo por tanto que se configura a imagen de la propia carga y peso de Jesús. Visto así, la cosa cambia, y mucho. El peso “desordenado” (desgobernado) pasa a ser peso “ordenado” (gobernado) a imagen y semejanza del yugo manso y entrañable de Jesús. Pesará, dolerá, nos hará llorar, desesperar…, sí, pero algo, o tal vez mucho, habrá cambiado.
3 comentarios:
Grandes señales de vida. Muchísimas gracias, Suso.
Muchísimas gracias a ti, CB, por despertarme.
Un abrazo fuerte, aquí estoy, ya lo sabes. Y las camelias ¿salen ya ... o no salen?
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