Aguanta conmigo el misterio: yo solo no puedo. Ven, acércate, dame la mano, hombro con hombro será menos pesado para mí. ¿No lo es también menos para ti? Y quedaremos abiertos, podrán venir más a arrimar su hombro, a darnos la mano, a soportar juntos lo que es a veces gran bola de acero, enigma con clavos.
2 comentarios:
Vengo siguiendo la huella que ha dejado Juan antonio en su blog y he de decirte que me he quedado leyendo un buen rato... Precioso blog, me gusta como escribes y tus reflexiones sobre las tres heridas:la del amor, la de la muerte, la de la vida...
Un saludo
Muchas gracias, Marisa. Lo de las tres heridas era de Miguel Hernández, ¿no?.
Un saludo.
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