lunes, 30 de enero de 2017

Meryl Streep, again (y van veinte)

Este año Meryl Streep ha recibido su vigésima nominación a los óscar, y vendrán más en años próximos, eso seguro. Yo me uno a todos los que afirman que es una actriz sobrevalorada. Es muy buena, de eso no cabe duda, y a mí me gustó muchísimo en Kramer contra Kramer, Silkwood, Los puentes de Madison, Las horas y El diablo se viste de Prada. Lo que no me gusta de la Streep es que, teniendo una técnica perfecta, no consigue que no se note que la tiene. Esto le quita magia, verdad, espesor, a muchas de sus interpretaciones. Su tan alabada interpretación de Margaret Thatcher, por ejemplo, que le valió su tercer óscar, fue, sí, una genial imitación, pero solo fue imitación y no recreación, salvo quizá en la parte que cuenta los últimos años de vida de la premier británica, cuando ya padecía los efectos del alzheimer. Recuerdo que por esas fechas, recién estrenada la película, Elvira Lindo comentaba esto mismo y hacía valer su argumento contraponiendo a la interpretación de la Streep la de Julianne Moore en el personaje de Sarah Palin, la cual, más que un calco genial, lograba la recreación vívida de esta política estadounidense.

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