Los seres humanos somos raros,
raros, tanto que nunca esperarías que una mujer, solo “vestida” con cuerdas,
tras declarar ante la cámara del director austríaco Ulrich Seidl en el documental En el sótano, que le pone
el sadomaso, diga también que ¡trabaja en Cáritas para luchar contra la
violencia de género! Al oírlo, tanto se me arquearon las cejas que casi me
salen disparadas hacia el techo. Pero no era el suyo ningún capricho flâneur. De dos matrimonios había salido
literalmente apaleada y tuvo claro que iba a luchar contra esta lacra. Que,
además, de resultas de ello, le quedará un gusto por el sadomaso ya es para
echarse más bien a llorar.
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