Necesitamos que nos interpreten, que nos
disciernan, que nos esclarezcan y en este sentido que nos juzguen. En el Juicio
Final, Dios nuestro Padre nos desvelará por fin cómo fue nuestra vida, por qué
fue como fue, cuál fue en definitiva, y nos sabremos ya del todo. Nos
conoceremos como él nos conoce: no otra cosa será el juicio, y en este sentido
será muy deseable.
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