“The Graham Norton Show” me reporta muchas
alegrías porque comparecen muchos actores y actrices, conocidos la mayoría y
desconocidos la minoría, admirados y amados por mí muchos de ellos. Aunque no
entiendo ni jota me da igual: me basta con verlos. Verlos en acción sin la
máscara del personaje, verlos pues en
persona, contestando a las preguntas de Graham Norton, riendo y haciendo
reír, es para mí un placer sumo. Creo que es la única idolatría que me permito,
siendo muy consciente de que los idealizo. Ellos me dirían, y con razón, que su
trabajo no es tan milagroso como uno piensa, solo una mezcla de técnica y de
alma. Lo que ocurre es que, dado que encarnan en el cine realizaciones del ser humano que el marco de una pantalla
catapulta, y que estas realizaciones son personajes de carne y hueso con los
que se entra en contacto para salir siempre enriquecido, les guarda entonces
uno eterno agradecimiento hasta el punto de sentirlos como hermanos.
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