Cuando Ángel y yo, visitando la exposición Los objetos hablan, de la que habló él
en varias entradas de su blog, estábamos ante uno de esos cuadros que
reproducían las despensas de los grandes señores, y que serían los antecesores
directos de los bodegones, se me vino a mí a las mientes que la andadura de los
primeros a los segundos sería el que va de lo físico a lo metafísico. El
bodegón clásico acabará centrándose en una parte de esos más groseros cuadros
iniciales, de modo que aparecerán ya solo las cuatro o cinco cosas que serán
más tarde y en adelante los únicos protagonistas de los bodegones. Al mencionar
Ángel el muy clásico y maravilloso de Zurbarán, postulé yo entonces mi teoría.
El objeto que se aísla y se depura en este bodegón del pintor extremeño alcanza
tal pureza física que yo me vi tentado a declararlo metafísico. Pero entonces,
mejor que metafísico, será decir que es “puro-físico”, lo físico en su más alto
grado de pureza y concreción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario