Antes de ayer cené por primera vez este año en la
sala. A estos efectos, el verano ha empezado. El sol durante el día calienta la
sala y a las nueve de la noche hay todavía luz porque los días son largos.
Tendré el sofá para almohadillarme y la mesa para poner sobre ella mis piernas.
Si el sueño tira de mí, mi cabeza encontrará en la parte superior del respaldo
el apoyo perfecto. Este año además tenemos la estantería que nos faltaba y que
tuvo a bien regalárnosla mi hermano Rodrigo. Es sencilla y moderna, con un tubo
rectangular de acero que actúa de marco y en la que se sujetan las grandes
baldas de madera de color miel. Enseguida se llenaron de fotos familiares. Cocina
es invierno y sala es verano. Qué bien.
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