En invierno vuelve el que yo llamo “día
quieto”, siempre un día frío, pleno de sol y luz, en el que no corre el aire, esencial,
puro. Las personas y las cosas son más exactas, están más y mejor perfiladas,
como si fueran diamantes. Son días “realistas”, en las antípodas del impresionismo,
del sfumato, del surrealismo, del hiperrealismo, del expresionismo. Hay línea,
perspectiva, volumen, masa, color: el día quieto es un día bien pintado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario